Abogado, Político, Periodista.
“el tercer Lord Callampa del periodismo chileno”
Hijo de una familia judía, nació en la ciudad de Concepción. Realizó sus estudios en el Liceo de Aplicación, egresando el año 1927.
Estuvo incorporado a la dirigencia estudiantil de la Facultad de Derecho en Concepción, militó primero en el Grupo Universitario Avance, donde se vinculó a la fracción trotskista del Partido Comunista de Chile que se dividió en esa época, por lo que militó en la Izquierda Comunista. Con posterioridad, en 1936 pasó con este grupo al Partido Socialista de Chile donde militó el resto de su vida.
Hijo de una familia judía, nació en la ciudad de Concepción. Realizó sus estudios en el Liceo de Aplicación, egresando el año 1927.
Estuvo incorporado a la dirigencia estudiantil de la Facultad de Derecho en Concepción, militó primero en el Grupo Universitario Avance, donde se vinculó a la fracción trotskista del Partido Comunista de Chile que se dividió en esa época, por lo que militó en la Izquierda Comunista. Con posterioridad, en 1936 pasó con este grupo al Partido Socialista de Chile donde militó el resto de su vida.
No se puede entender a la generación de 1930 sin detenernos en el Grupo Universitario Avance. Ante la inexistencia de partidos políticos durante el gobierno de Ibáñez, en este grupo convergieron todos los estudiantes de izquierda de la época, pero pronto se formaron distintas corrientes producto de los debates que en ese momento enfrentaba al comunismo internacional, que dividía a stalinistas de trotkistas, en medio de la disputa ideológica de la Unión Soviética contra el formador del Ejército Rojo caído en desgracia. Además, hubo en su interior una tercera tendencia cercana al socialismo. Posteriormente cada uno de estas tendencias formó parte de los nuevos partidos de izquierda que se conformaron a partir de 1933.
A medida que avanzaba el tiempo y la oposición organizaba las primeras acciones antidictatoriales, Mástil fue copada por los estudiantes de derecho del Grupo Avance que, iniciados en la poesía, adquirieron una clara vocación ideológica y politizaron cada vez más su línea editorial. La cuarta entrega completó la evolución política y el avance de la corriente procomunista al interior de la Facultad de Derecho. Esta nueva época subtitulaba “Índice de ideología universitaria”, correspondía a junio de 1931, es decir, un mes antes de la caída de Ibáñez. Tenía un nuevo directorio presidido por Manuel Contreras Moroso y secundado por Oscar Waiss, Humberto Cantuarias y Mario Hermosilla, todos estudiantes de derecho y simpatizantes de esa tendencia.
Fue redactor del periódico El Clarín, famoso por defender el gobierno de la Unidad Popular y uno de los primeros en ser cerrado después del golpe; además en esta misma época dirigió el periódico de gobierno La Nación.
Autor de numerosos libros publicados en Chile, Argentina, España, Portugal y Yugoslavia, entre ellos "Nacionalismo y socialismo en América Latina", "Problemas del socialismo contemporáneo". "Amanecer en Belgrado", "Del colonialismo a la revolución", "Chile: ni siquiera una tumba" y algunos más, traducidos a diversas lenguas.
Autor de numerosos libros publicados en Chile, Argentina, España, Portugal y Yugoslavia, entre ellos "Nacionalismo y socialismo en América Latina", "Problemas del socialismo contemporáneo". "Amanecer en Belgrado", "Del colonialismo a la revolución", "Chile: ni siquiera una tumba" y algunos más, traducidos a diversas lenguas.
Durante el mandato presidencial de Salvador Allende ocupó el cargo de Director del Diario "La Nación", voz oficial de dicho gobierno y, cuando se produjo el golpe militar que lo derrocó, fue apresado y sufrió los rigores de la dictadura en el Estadio Nacional de Santiago, en los Servicios de Inteligencia Militar y en la Cárcel Pública.Partió al exilio en 1974, desempeñándose como profesor de Derechos Humanos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Frankfurt am Main en la República Federal de Alemania. Actualmente vive en Madrid, donde ha prestado servicios como investigador del Instituto de Cooperación Iberoamericana.
El abogado Jorge Bravo Tesseo, escribe lo siguiente acerca de Oscar Waiss.
“En 1963, comencé a trabajar, como procurador, en el estudio del abogado Oscar Waiss. Un aviso publicado en “El Mercurio”, me dio esa oportunidad. Cuando me entrevistó me preguntó directamente si yo era “beato”. Le dije que no. Me preguntó, en seguida, si militaba o tenía simpatías por algún partido político. Le dije que si, que pertenecía al GUR, Grupo Universitario Radical. Agregué, poniéndome en guardia, que la mayoría de los estudiantes éramos radicales. Aceptó mis respuestas y me contrato. “Por lo menos no es beato”, comentó, a modo de rúbrica. Estoy convencido que cualquiera hubiese sido mi respuesta me habría contratado igual. De esta manera se inició una etapa, rica en experiencias
Oscar Waiss tenía en esa época algo más de 50 años. Era de origen judío. Su aspecto físico era peculiar, bajo de estatura, calvo, de tez rosada, gordo. Usaba lentes ópticos diminutos y vestía con elegancia. Tenía problemas a la cadera, por lo que cojeaba al caminar. Cuando cruzaba la Corte, de un extremo al otro, lo hacía a pasos cortos y rápidos, como Pedro Picapiedra o Pablo Mármol, solo que bamboleándose de norte a sur, en forma perpendicular a su desplazamiento, siempre con su portadocumentos en una mano y su sombrero tirolés, en la otra, con una actitud solemne y digna, que impedía que sus colegas se rieran a su paso.
Tenía un gran sentido del humor que le permitía reírse de si mismo. En una oportunidad nos pidió al junior y a mi que escucháramos el himno oficial del MIR, un antiguo himno revolucionario, cuya letra había adaptado al efecto. Sin más ni más, se puso a cantar, con la mayor seriedad. Su voz era tan increíblemente desafinada, que quedamos estupefactos primero, y luego estallamos en carcajadas. Lo curioso es que doña Elena Waiss, su hermana, era una concertista destacada y, además, Directora de la Escuela Moderna de Música.
Tratándose de sus ideas políticas, y sólo en este tema, Oscar Waiss era intransigente, las defendía contra viento y marea. En este campo era un polemista feroz. Desde muy joven se había integrado a la actividad política en su ciudad natal, Concepción, donde estudió Derecho. Integró el grupo “Avance!”, formado por intelectuales y estudiantes de izquierda, militó en la “Izquierda Comunista” e ingresó al “Partido Socialista”, a la época de su fundación, siempre vinculado a las corrientes trotskistas. Como consecuencias de sus actividades políticas en dos oportunidades, en 1931, en la Isla Mocha, durante la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo, y en 1956, en Pisagua, durante el gobierno de Gabriel González Videla. En 1973, a la caída de Allende, fue detenido en el Estadio Nacional, donde permaneció prisionero de la dictadura durante varios meses, siendo luego exiliado, en Alemania del Este.
Oscar Waiss se consideraba a sí mismo como el único teórico del socialismo chileno. Había dedicado su vida a publicar estudios, folletos, revistas, libros, sobre la coyuntura política o para polemizar con sus adversarios políticos, generalmente los dirigentes de turno del socialismo chileno. Sus polémicas con Raúl Ampuero, por ejemplo, trascendieron el ámbito del socialismo y de la izquierda. Escribió “Socialismo sin Gerentes”, para impugnar su expulsión del Partido Socialista; “El Espejismo del 64”, para explicar porque era imposible que Allende llagara a la Presidencia de la República por la vía electoral. Antes había publicado “Nacionalismo y Socialismo en América Latina” y “Los Problemas del Socialismo Contemporáneo”.
Waiss fue, por otra parte, un destacado periodista. En la época que lo conocí era columnista , primero, y luego encargado de la página editorial de “Clarín”. A la caída de Allende, se desempeñaba como Director de La Nación.
En la época que comencé a trabajar en la oficina, Oscar Waiss era el abogado de “Clarín”, y, en consecuencia, le correspondía defender al tabloide y al director responsable de turno, de las querellas por injurias y calumnias que interponían en su contra los dirigentes de los partidos políticos de derecha, en respuesta a sus publicaciones. El propietario del diario era Dario Sainte-Marie, un personaje muy controvertido en su tiempo, a quién Waiss había conocido en el breve periodo en que una fracción del Partido Socialista apoyó la candidatura de Ibañez y que formó parte de su segundo gobierno. El Director de “Clarín” era el periodista Alberto Gamboa, el “Gato”, como lo apodaba el medio y sus amigos. Tengo la mejor opinión del “Gato”, se que su desempeño en la dirección del diario ha sido controvertida históricamente. `pero sucede que en oportunidades, los hombres deben desempeñar determinados roles, les guste o no.
El abogado Jorge Bravo Tesseo, escribe lo siguiente acerca de Oscar Waiss.
“En 1963, comencé a trabajar, como procurador, en el estudio del abogado Oscar Waiss. Un aviso publicado en “El Mercurio”, me dio esa oportunidad. Cuando me entrevistó me preguntó directamente si yo era “beato”. Le dije que no. Me preguntó, en seguida, si militaba o tenía simpatías por algún partido político. Le dije que si, que pertenecía al GUR, Grupo Universitario Radical. Agregué, poniéndome en guardia, que la mayoría de los estudiantes éramos radicales. Aceptó mis respuestas y me contrato. “Por lo menos no es beato”, comentó, a modo de rúbrica. Estoy convencido que cualquiera hubiese sido mi respuesta me habría contratado igual. De esta manera se inició una etapa, rica en experiencias
Oscar Waiss tenía en esa época algo más de 50 años. Era de origen judío. Su aspecto físico era peculiar, bajo de estatura, calvo, de tez rosada, gordo. Usaba lentes ópticos diminutos y vestía con elegancia. Tenía problemas a la cadera, por lo que cojeaba al caminar. Cuando cruzaba la Corte, de un extremo al otro, lo hacía a pasos cortos y rápidos, como Pedro Picapiedra o Pablo Mármol, solo que bamboleándose de norte a sur, en forma perpendicular a su desplazamiento, siempre con su portadocumentos en una mano y su sombrero tirolés, en la otra, con una actitud solemne y digna, que impedía que sus colegas se rieran a su paso.
Tenía un gran sentido del humor que le permitía reírse de si mismo. En una oportunidad nos pidió al junior y a mi que escucháramos el himno oficial del MIR, un antiguo himno revolucionario, cuya letra había adaptado al efecto. Sin más ni más, se puso a cantar, con la mayor seriedad. Su voz era tan increíblemente desafinada, que quedamos estupefactos primero, y luego estallamos en carcajadas. Lo curioso es que doña Elena Waiss, su hermana, era una concertista destacada y, además, Directora de la Escuela Moderna de Música.
Tratándose de sus ideas políticas, y sólo en este tema, Oscar Waiss era intransigente, las defendía contra viento y marea. En este campo era un polemista feroz. Desde muy joven se había integrado a la actividad política en su ciudad natal, Concepción, donde estudió Derecho. Integró el grupo “Avance!”, formado por intelectuales y estudiantes de izquierda, militó en la “Izquierda Comunista” e ingresó al “Partido Socialista”, a la época de su fundación, siempre vinculado a las corrientes trotskistas. Como consecuencias de sus actividades políticas en dos oportunidades, en 1931, en la Isla Mocha, durante la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo, y en 1956, en Pisagua, durante el gobierno de Gabriel González Videla. En 1973, a la caída de Allende, fue detenido en el Estadio Nacional, donde permaneció prisionero de la dictadura durante varios meses, siendo luego exiliado, en Alemania del Este.
Oscar Waiss se consideraba a sí mismo como el único teórico del socialismo chileno. Había dedicado su vida a publicar estudios, folletos, revistas, libros, sobre la coyuntura política o para polemizar con sus adversarios políticos, generalmente los dirigentes de turno del socialismo chileno. Sus polémicas con Raúl Ampuero, por ejemplo, trascendieron el ámbito del socialismo y de la izquierda. Escribió “Socialismo sin Gerentes”, para impugnar su expulsión del Partido Socialista; “El Espejismo del 64”, para explicar porque era imposible que Allende llagara a la Presidencia de la República por la vía electoral. Antes había publicado “Nacionalismo y Socialismo en América Latina” y “Los Problemas del Socialismo Contemporáneo”.
Waiss fue, por otra parte, un destacado periodista. En la época que lo conocí era columnista , primero, y luego encargado de la página editorial de “Clarín”. A la caída de Allende, se desempeñaba como Director de La Nación.
En la época que comencé a trabajar en la oficina, Oscar Waiss era el abogado de “Clarín”, y, en consecuencia, le correspondía defender al tabloide y al director responsable de turno, de las querellas por injurias y calumnias que interponían en su contra los dirigentes de los partidos políticos de derecha, en respuesta a sus publicaciones. El propietario del diario era Dario Sainte-Marie, un personaje muy controvertido en su tiempo, a quién Waiss había conocido en el breve periodo en que una fracción del Partido Socialista apoyó la candidatura de Ibañez y que formó parte de su segundo gobierno. El Director de “Clarín” era el periodista Alberto Gamboa, el “Gato”, como lo apodaba el medio y sus amigos. Tengo la mejor opinión del “Gato”, se que su desempeño en la dirección del diario ha sido controvertida históricamente. `pero sucede que en oportunidades, los hombres deben desempeñar determinados roles, les guste o no.
Cada vez que el Director responsable era sometido a proceso en alguna causa, era necesario reemplazarlo. De este modo, en más de alguna oportunidad, hasta el portero del diario fue ascendido a la dirección.El tiraje de “Clarin”, de lunes a viernes, superaba al de “El Mercurio” o “La Tercera”. El gancho con el público eran sus titulares. Alberto Gamboa, además de Director, era el encargado de la diagramación de la primera página. Su ingenio y simpatía, que era un factor decisivo a la hora de las ventas, lo manifestaba, además, en otra sección del periódico. Entonces, Alberto Gamboa se transformaba en el “Profesor Jean d’ Fremisse”, el más popular y audaz de los consejeros sentimentales de su tiempo, precursor y maestro del “Rumpy”, el “Chacotero Sentimental”.
Oscar Waiss, además de abogado, era columnista de “Clarín”. Escribía con el seudónimo de “Lord Callampa”. Tiempo después, se hizo cargo de la página editorial. Contra lo que pudiera creerse, o no obstante lo que la mayoría pueda recordar, yo que conocí de cerca al diario en esa época puedo afirmar que tenía muy buenos columnistas. Recuerdo, entre otros, a Ricardo Boizard, “Picotón”, a Raúl Morales Alvarez, Premio Nacional de Periodismo; a Gabriel Sanhueza, autor de una notable biografía de Santiago Arcos (“Santiago Arcos: comunista, millonario y calavera”). Eugenio Lira Massi me contó la forma como ingresó a “Clarín”. Trabaja en una fiscalía militar, en la calle Zenteno, al lado del diario. Solía visitar el periódico porque aquí tenía un amigo. Un día falto alguien a quién había que reemplazar, parece que en Deportes, y Eugenio Lira se quedó trabajando en el diario. Es autor e un libro humorístico que retrató, en gruesas e incisivas pinceladas, los senadores de la época.
Alberto Fuguet dedicó su novela “Tinta Roja” a Alberto Gamboa. El narrador, estudiante de periodismo, si hubiese hecho su en práctica en “Clarín”, no habría extrañado el clima o la atmósfera informal que se respiraba en este diario. Los personajes de la novela bien pudieron ser periodistas de “Clarín”, en una época que esta actividad no se aprendía en las Universidades, sino en la práctica diaria.
Un capítulo menos conocido en la vida de Oscar Waiss fue su paso fugaz por el Mir, en el que lo acompañó nada menos que el mítico sindicalista Clotario Blest. En efecto, el año 1965, junto a algunos de sus antiguos camaradas descontentos con la conducción del Partido Socialista, entre los que recuerdo el doctor Enrique Sepúlveda, Gabriel Smirnow, el historiador Luis Vitale y otros, junto con jóvenes universitarios de Concepción, cuyos líderes eran Luciano Cruz, Miguel Enríquez, Bautista von Schowen y Andres Pascal, constituyeron el Movimiento de Izquierda Revolucionario. Durante algún tiempo, estuvo a cargo de un boletín, cuyo formato recuerdo con claridad. Un día tomó un libro que estaba leyendo “¿Para qué sirve la literatura?”, que era la transcripción de un debato entre escritos franceses, editado por Jean-Paul Sartre. Me dijo “esto me parece interesante” y me pidió que se lo prestara. Al poco tiempo me exhibió el primer boletín del Mir. La tapa tenía la misma diagramación del libro, solo cambiaban los colores y, por supuesto, el tenor del texto. No tengo claro cuanto duró su militancia pero me parece que fue efímera. Lo concreto es que durante la campaña de 1970. el diario “Clarín” y su propietario, Darío Sainte-Marie, apoyaron por igual a Salvador Allende y a Radomiro Tomic.
Alberto Fuguet dedicó su novela “Tinta Roja” a Alberto Gamboa. El narrador, estudiante de periodismo, si hubiese hecho su en práctica en “Clarín”, no habría extrañado el clima o la atmósfera informal que se respiraba en este diario. Los personajes de la novela bien pudieron ser periodistas de “Clarín”, en una época que esta actividad no se aprendía en las Universidades, sino en la práctica diaria.
Un capítulo menos conocido en la vida de Oscar Waiss fue su paso fugaz por el Mir, en el que lo acompañó nada menos que el mítico sindicalista Clotario Blest. En efecto, el año 1965, junto a algunos de sus antiguos camaradas descontentos con la conducción del Partido Socialista, entre los que recuerdo el doctor Enrique Sepúlveda, Gabriel Smirnow, el historiador Luis Vitale y otros, junto con jóvenes universitarios de Concepción, cuyos líderes eran Luciano Cruz, Miguel Enríquez, Bautista von Schowen y Andres Pascal, constituyeron el Movimiento de Izquierda Revolucionario. Durante algún tiempo, estuvo a cargo de un boletín, cuyo formato recuerdo con claridad. Un día tomó un libro que estaba leyendo “¿Para qué sirve la literatura?”, que era la transcripción de un debato entre escritos franceses, editado por Jean-Paul Sartre. Me dijo “esto me parece interesante” y me pidió que se lo prestara. Al poco tiempo me exhibió el primer boletín del Mir. La tapa tenía la misma diagramación del libro, solo cambiaban los colores y, por supuesto, el tenor del texto. No tengo claro cuanto duró su militancia pero me parece que fue efímera. Lo concreto es que durante la campaña de 1970. el diario “Clarín” y su propietario, Darío Sainte-Marie, apoyaron por igual a Salvador Allende y a Radomiro Tomic.
Es posible que el Presidente Allende, al designar a Oscar Waiss como Director de “La Nación”, haya querido agradecer ese apoyo.”
Artículo extraído de: http://lineadeflotacion.blogspot.com/2006_11_01_archive.html
Ref.: http://www2.anales.uchile.cl/CDA/an_sub_simple/0,1280,SCID%253D19170%2526ISID%253D665%2526GRF%253D19041%2526ACT%253D1%2526PRT%253D19163,00.html
Artículo extraído de: http://lineadeflotacion.blogspot.com/2006_11_01_archive.html
Ref.: http://www2.anales.uchile.cl/CDA/an_sub_simple/0,1280,SCID%253D19170%2526ISID%253D665%2526GRF%253D19041%2526ACT%253D1%2526PRT%253D19163,00.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario