Quizás alguna vez nos cruzamos en el patio con el que sería gran ajedrecista, Maestro Internacional (MI) Víctor Frías Apablaza (1956 -2005) . Uno de los pocos maestros internacionales que ha dado el ajedrez nacional falleció en Nueva York el Sábado 15 de Enero del 2005.
Nacido en Santiago en 1956, Frías descolló como integrante de una generación de jóvenes talentos que dio lustre y brillo al ajedrez criollo en torneos de todo el mundo.
Durante el fin de semana pasado, dejó de existir en Nueva York, víctima de una fulminante enfermedad, el ajedrecista chileno Víctor Frías, quien alcanzó la categoría de maestro internacional del deporte ciencia y residía en Estados Unidos desde hace varias décadas.
Nacido en Santiago en 1956, Frías descolló como integrante de una generación de jóvenes talentos que dio lustre y brillo al ajedrez nacional. En el campeonato nacional de 1977, obtenido por Pedro Donoso, entre los cinco finalistas figuraban varios menores de 20 años –entre ellos, un promisorio Iván Morovic, el primer chileno que ha alcanzado el título de Gran Maestro, y Roberto Cifuentes-, y Víctor Frías, que hacía poco había cumplido 21 años.
Con un ELO de 2493, según las últimas estadísticas de la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez), Frías estaba retirado en los últimos tiempos de la práctica más activa de este deporte y se dedicaba principalmente a su enseñanza, tras haber sido entrenador de la selección juvenil de Estados Unidos.
Ex alumno del Liceo de Aplicación y del Internado Nacional Barros Arana, y discípulo aventajado en materias ajedrecísticas del también ya desaparecido maestro Pedro Donoso, tuvo la oportunidad de enfrentar, entre otros muchos adversarios, al célebre maestro ruso Víctor Korchnoi en Buenos Aires, en 1978. Y muchas de sus partidas se pueden consultar en Internet, donde existe un registro de las mismas.
En la página www.uschess.org se da cuenta de su deceso y la ajedrecista chilena Beatriz Marinello, también radicada en EEUU, recuerda que Frías fue entrenador de dos grandes maestros estadounidenses: Patrick Wolf e Ilya Gurevich.
Con su partida, Chile ha perdido a una de las mentes brillantes de un deporte que, si bien no suele llenar estadios ni acaparar titulares de portada, le ha dado grandes satisfacciones a nuestro país en la última mitad del siglo que hace no mucho se acaba de cerrar. Y a un hombre que nunca renegó de su condición de chileno y que, pese a la distancia, supo mantener estrechos vínculos con el país que lo vio nacer.
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