sábado, 5 de mayo de 2007

Recuerdo de la Ceremonia de Inauguración de Placa Recordatoria de Dago San Martín


Dircurso redactado por Alejandro Vélis y leído en la ceremonia por Patricio Gálvez:



Estimados Familiares y Amigos de Dagoberto:


Quienes compartimos esta sala de clases durante esas largas mañanas de mediados de los años 60 hasta el 71, en que nuestro país vivía una de las épocas mas intensas y agitadas de su historia política y económica, hemos querido rendir un homenaje póstumo a uno de nuestros compañeros que pagó con su vida el querer ser consecuente con sus sueños e ideales por lograr un país y una sociedad mejor.

Dagoberto San Martín era uno más de los 41 alumnos del 4º A de la generación del 71, flaco, lleno de espinillas, de sonrisa fácil y lleno de curiosidad por ese entorno en que se debatía y se discutía sobre la guerra de Viet Nam, sobre los Hippies, la marihuana y la Reforma Agraria, todo mezclado con la preocupación por obtener un buen promedio e ingresar a una de las pocas universidades que en esa época existían, y que darían gratuitamente educación a los hijos de una clase media pujante de la que los Aplicacionistas formábamos parte.

Dagoberto, después de ingresar a estudiar Agronomía en la Universidad de Chile y dejar atrás el uniforme azul para empezar a convertirse en un profesional al servicio de su país, asume una posición en la trinchera política, ya que bien o mal, consideró que era eso lo que mejor representaba lo que le correspondía hacer a un joven como el en esas circunstancias, por el bien del mundo y de su país. El golpe de Estado del 73, al igual que lo que ocurre con toda nuestra generación, marcará el destino de Dagoberto, quién decide asumir un rol activo en la lucha por sus ideales de hacer de ésta, una sociedad mas justa.

Prácticamente todos los jóvenes en esa época, asumimos, de una u otra manera, una posición ideológica frente a la transformación de este país, antes, durante y después de que las Fuerzas Armadas terminaran con largos años de Democracia. Algunos celebraron felices, otros lloraron, algunos empezaron a trabajar por lo que denominaron la reconstrucción nacional, otros enterraron a sus muertos y asumieron su derrota con dignidad o decidieron luchar por recuperar lo perdido.

Dagoberto, con la insolencia y el idealismo que solo se tiene a los 20 años, y con el convencimiento de que era su deber enfrentar a la Dictadura Militar, se suma a los miles de jóvenes que deciden luchar, a su manera, por la liberación de Chile.

Seguramente fui una de las últimas personas que vio a Dagoberto con vida, en una prisión de la DINA, el siniestro organismo militar que combatía a los denominados terroristas.
Dicha prisión no solo recibió a cientos de jóvenes universitarios que como Dagoberto se enfrentaron al más poderoso estado represor de América Latina, sino que también se convirtió en su última morada, donde la vida le fue arrebatada a consecuencias de las torturas recibidas. Lo vi tan convencido de que lo que hacía era lo correcto, tan imbuido de su rol de conductor y líder de su Partido, que intuí su destino, su intención de seguir luchando hasta el último momento contra sus debilidades para no traicionar a los suyos.

Hace unos años atrás, en la Facultad de Medicina Veterinaria de la U. de Chile, se rindió un homenaje a los jóvenes desaparecidos de la antigua sede sur de dicha universidad. Jóvenes de esa Facultad, de Agronomía y de Ingeniería Forestal, cuyos restos nunca se encontraron, recibieron un último adiós de sus ex compañeros de carrera. Tuve el honor de tirar una pala de tierra en uno de los 8 árboles que se plantaron con el nombre de cada joven desaparecido, entre ellos el de Dagoberto, que habrá de convertirse un día en un árbol frondoso que mantendrá vivo el espíritu de estos jóvenes idealistas en los jardines de esa Universidad, para que su ejemplo sirva como guía a tantas otras generaciones de universitarios que llegarán hasta dar la vida por sus ideales.

Hoy pretendemos lo mismo al dejar un testimonio de quién fuera Dagoberto San Martín, en la entrada de esta sala de clases, en éste su Liceo que le vio crecer y le cobijó para que pudiese formarse como hombre de bien, pero sobre todo, queremos dejar un testimonio, rendir un homenaje, al espíritu aplicacionista que quisiéramos que nunca desapareciera, y que ni la brutalidad que significa terminar con la vida de un joven, pueda impedir que rebrote como ha ocurrido esta mañana, en que dos generaciones tan distantes en el tiempo, pero tan cercanas en sus idearios, se junten con Profesores y Familiares del que fuera uno de sus alumnos, a recordar y homenajear a quien creció en esta comunidad que representa nuestro Liceo, y que desde ahora estará presente, en forma simbólica mediante este trozo de metal, inspirando a otros jóvenes que como él, se preparan para luchar de una forma u otra, por un mundo mejor que el que heredaron.

Finalmente quisiéramos agradecer al Director del que fuera nuestro Liceo, por permitirnos compartir con este grupo de alumnos reunidos aquí, este recuerdo por el compañero de curso perdido, pero que a partir de hoy se convierte en esperanza de que su muerte, motivada por ideales superiores, sirva de inspiración a las futuras generaciones de alumnos que alcanzarán por nosotros, el ideario de una Sociedad mas justa , y donde los jóvenes puedan alcanzar los sueños que imaginaron en estos patios y en estas aulas de este histórico Liceo de Aplicación.



Santiago, 15 de Julio del 2005

1 comentario:

Polistica chilena la política de los ciudadanos sin partido dijo...

Dagoberto, fue curioso pues en el Liceo Observaba y no se metía en nada, al ingresar a la Universidad a la Facultad de Agronomía desplego sus potencia idearia juvenil. Nosotros los que en el Liceo teniamos posiciones progresistas alguna vez dicutimos con él por su aparente desinterés y no integrarse y reirse un poco con su carácter alegre e irónico. Por esas cosas de la vida y lo que absorvió en el Liceo y en la realidad de lo que veía adoptó la vía de apoyar a los mas pobres y miserables de Chile.

Un reconocimiento a Dagoberto por su consecuencia y quizás tenia razon en irse antes y no estar viviendo esta sociedad de hoy tan lejos de los ideales aplicacionistas de una sociedad mejor y mas culta.